La criada apenas sabía castellano y, después de una charla confusa, le
contestó que cerraba el cuarto para que no entrara el sol.
—
Si es que yo quiero
precisamente eso — le dijo Andrés—. ¿Usted a oído hablar de los microbios?
—
Yo, no, señor.
—
¿No ha oído usted decir que
hay unos gérmenes…, una especie de cosas vivas que andan por el aire y que
producen las enfermedades?
—
¿Unas cosas vivas en el
aire? Serán moscas.
—
Sí; son como moscas, pero no
son moscas.
—
No; pues no las he visto.
—
No; si no se ven; pero
existen. Esas cosas vivas están en el aire, en el polvo, sobre los muebles…, y
esas cosas vivas, que son malas, mueren con la luz… ¿ha aprendido usted?
—
Sí, si, señor.
—
Por eso hay que dejar las
ventanas abiertas…, para que entre el sol.
—
Efectivamente; al día siguiente las ventanas
estaban cerradas, y la criada vieja contaba a las otras que el señorito estaba
loco, porque decía que había unas moscas en el aire que no se veían y que las
mataba el sol.
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