Caballos de mayo
miércoles, 30 de mayo de 2012
martes, 29 de mayo de 2012
sábado, 5 de mayo de 2012
Desde la primera luz del día, entre joviales aves y
árboles frondosos,
la tarde soñaba la llegada del arcángel.
Sus manos, su piel, su latir.
Un instante, su instante.
La tarde, sin secretos, latía; su corazón sonreía.
Pero,
sin más, en el filo de la noche, el arcángel se iba. Le perdía.
Sin más,
le perdía.
¿Era su
palpitar tan sincero?, ¿era sincero?
¿Cómo no
quererlo así?
Soñaba y
sentía ¿sería eterno?
Querría
descubrirlo. Y lo descubrió.
Él a la tarde se lo dijo.
Tras el silencio, susurró.
No era amor lo que sentía. Era amistad, lo
entendería.
A la tarde, entonces, le invadió la tristeza, la
presión, la añoranza.
Su amor, en la noche. Su sueño no volvía.
¿Qué más daba?
Era el silencio quien hablaba.
La tarde, aunque a veces lo parezca, no
puede soñar,
tan solo suspirar su instante.
tan solo suspirar su instante.
miércoles, 2 de mayo de 2012
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